viernes, 13 de julio de 2012

Las posibilidades de la "nube"



La tecnología y la posibilidad de habitarla, como el proceso de aprender a nadar:

Echarse un clavado como puedas: de bombita, parado, de panzazo o del modo que resulte más recreativo y menos doloroso: te sorprendes, empiezas jugando y, o acabas entusiasmado por seguirle o te das por vencido ante el primer contacto, o te da miedo el agua o te fascinas en ella. Así creo que empezamos en la red, a tocarla como probando si el agua está fría o te invita a sumergirte.

Iniciar el aprendizaje: haciendo bucitos, flotando, empezando a conocer los estilos de nado es como conocer las posibilidades de la inmersión, un poco con sorpresa y otro poco con miedo ¿y si me ahogo?, ¿y si me pierdo?, ¿y si me llega un huracán (de información) y no lo puedo controlar?

Aprendiendo la técnica: aprender los estilos para nadar y sumergirse en el agua es aprender a jugar con las posibilidades, así con la nube, descubriendo lo que puedo hacer en ella, sorprenderme de las múltiples posibilidades y quedar “picada”, con ganas de seguirle, pero al mismo tiempo, con precaución: ¿qué busco?, ¿cómo lo busco?, ¿lo guardo o es basura?, ¿lo comparto o es privado?, ¿para aprender qué?, ¿para qué?.

Dominando la técnica: nadar ¿para qué?: por salud, por gusto, por deporte, por competencia, por trabajo, por lo que quieras. ¿Y en la red? bueno, bueno, esto es para avanzados: buscar, filtrar, organizar, guardar, generar contenidos, compartir, investigar y conversar sobre la “nube” con toda naturalidad.
Bueno y luego de encontrarle el gusto, la utilidad en tu profesión y en tu entretenimiento, llego a mi punto. 

Como psicoanalista me parece interesante, puesto que coincido con Freud: “no hay más realidad que la realidad psíquica”, como ves las cosas las comunicas, las plasmas, las compartes o las ocultas y, las posibilidades son infinitas.

Creo que funciona también como una alerta, parafraseando a Lacan: "Un discurso es siempre adormecedor, salvo cuando uno no lo comprende, entonces, despierta" (Jaques Lacan). Así es como me siento frente a la nube, algo incomprensible en sus infinitas posibilidades, que te despierta, te alerta y te pone en marcha, no hay nada más de lo mismo, todo es siempre nuevo.

Sin embargo, esto de la “nube” tiene su ama de dos filos: o te ayuda a conectarte y retroalimentar tu realidad y el aprendizaje cotidiano o te dispara y te saca de ella para habitar algo que te ayude a evadir la que cotidianamente te exige una calidad de presencia. Pues si “el Inconsciente está estructurado como un lenguaje” (continúo con Lacan), las posibilidades de ser alimentado son tan infinitas como las que nos da la inmersión en la nube, y esto nos coloca ante la responsabilidad subjetiva, la decisión es nuestra.

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